Los seres humanos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga a parirse a sí mismos una y otra vez.- GABRIEL GARCIA MARQUEZ

lunes, 10 de diciembre de 2012



LA NOTICIA

Habíamos heredado el lugar. La noticia llego a nuestros oídos como un dulce sonido musical. En toda la vida de mis padres jamás habían heredado nada, y por consiguiente yo tampoco. El momento que el teléfono sonó y nos enteramos a medias la buena nueva esta tan grabado en mis recuerdos como algo que hubiera sucedido ayer.
Yo recién había llegado de mi clase de ballet. Cansada, después de un largo día de entrenamiento para los finales de este baile solo quería dejar mis cosas, darme un baño y descansar.  Mamá, como era su costumbre, aunque sea temprano, eran las siete de la tarde, preparaba en nuestra vetusta cocina de la que solo funcionaban dos hornallas un abundante guiso lentejas, el que tendría que alcanzar para esa cena y para que papá llevé a su trabajo al siguiente día. A penas entré a casa me brindó un cordial saludo del que hice caso omiso. ¡Como necesitaría en este momento su abrazo! Como desperdicia uno las cosas que tiene y se añoran y duplican su valor cuando están ausentes. No solo se extrañan, si no que duele por haberlas despreciado Recién ahora pensando el tiempo atrás, ¡cómo respondería a ese abrazo!. Que arrepentida estoy.
Mi hermano, Juan Pablo,  estaba con la música a todo lo que da dentro de nuestro del cuarto que compartíamos los dos.
Sonó otra vez, y otra finalmente Mamá atendió y quedó prácticamente hecha una piedra mientras asentía con la cabeza, como si la persona al otro lado de la línea pudiera adivinar que lo estaba haciendo.
Yo grite hacia la habitación – Juannnnnnnpaaaa baja esa porquería- como no me escuchaba, tuve que acercarme, abrir la puerta para volver a decírselo –che Juanpa baja el volumen que parece que mamá recibió una llamada bastante importante- Como siempre nos habíamos llevado muy bien no hizo falta gritos ni peleas, accedió y me acompañó al comedor para saber qué cosa tan importante estaría hablando nuestra madre.
La puerta de calle se abrió, era papá que llegaba luego de su larga jornada laboral. Era electricista en una empresa constructora. Había trabajado allí supongo desde la época que yo nací. Había deseado con todo su corazón ser


un músico de rock, cantante, guitarrista, lo que fuere., pero mi llegada y al año siguiente la de mi hermano lo hizo desistir de esa idea de vivir de la música y volcarse a un trabajo que pueda mantener a su incipiente familia.
¡Dios mío como lo extraño! Entrando a casa siempre que caía la noche, cansado, pero no tanto como para no dedicarnos una de sus mejores sonrisas. Con la ropa gris del trabajo y su caja de herramientas en la mano.
La miraba a mamá cuya cara demostraba incredulidad, le hizo un gesto con la cabeza, como preguntando quién era que estaba del otro lado de la línea que la hacía poner esa cara tan graciosa para nosotros.
Mamá extendió el tubo y se lo dio a papá mientras le llego a susurrar un leve y tímido – es para vos -.
-Hable- la vos de él fue más enérgica –si soy yo- hubo silencio – ¿está Ud. seguro? Mañana andaré por ahí – colgó y nos miro a todos, especialmente a mamá que seguía estupefacta.
-Heredamos una casa…creo- nos dijo dubitativamente.
Y ahí empezó nuestra debacle…